domingo, 4 de septiembre de 2016

Inteligencia emocional



La definición de inteligencia se ha abordado desde hace millones de años, desde que la especie humana se hizo consciente de su pensamiento. Sin embargo, en el desarrollo de la sociedad, su concepto tomó un solo vértice del pensamiento, otorgándole al coeficiente intelectual gran importancia de tal manera que la consideración de inteligencias múltiples e inteligencia emocional pareciera una revolución. Los análisis de Daniel Goleman, publicados a partir de 1995, resaltan la importancia de las emociones en la conducta y las exponen como ingrediente fundamental para lograr el desarrollo integral del individuo.


Con fundamentos bioquímicos y precedentes literarios (como las ideas de Salovey y Mayer), Goleman indica que la inteligencia emocional es la confluencia de diversos factores relacionados con las emociones y el manejo de las mismas con el objetivo de un desarrollo social que permita determinado éxito a nivel personal, académico y laboral. La IE según el autor “es una forma de interactuar con el mundo” y que además engloba conductas, habilidades y competencias aplicables a cualquier campo, especialmente la educación.

 La inteligencia emocional se fundamenta en un proceso con cinco principios, (a) conocer las propias emociones, para lo cual resulta necesario entender la diferencia entre emoción y sentimiento además de conocer sus tipos y elementos característicos; (b) manejar las emociones, que implica la regulación del impacto de las emociones en la persona; (c) auto motivación, encaminar las emociones de forma asertiva hacia la acción con propósito de crecimiento personal; (d) reconocer las emociones de los demás, enmarcado en el concepto de empatía y, (e) establecer relaciones, es decir, la competencia social para interactuar de forma efectiva con el entorno.



Resulta fundamental entender que las emociones pueden ser consideradas como la reacción inmediata del ser vivo a una situación que le es favorable o desfavorable; es inmediata en el sentido de que está condensada y, por así decirlo, resumida en la tonalidad sentimental, placentera o dolorosa, la cual basta para poner en alarma al ser vivo y disponerlo para afrontar la situación con los medios a su alcance. Los sentimientos, en cambio, son la expresión mental de las emociones; es decir, se habla de sentimientos cuando la emoción es codificada en el cerebro y la persona es capaz de identificar la emoción específica que experimenta: alegría, pena, rabia, soledad, tristeza, vergüenza, etc.

Por tratarse de seres sociales, resulta imprescindible poseer aptitudes que beneficien la propia supervivencia en determinado grupo al que se pertenezca. Por lo cual, Goleman (1998) propone las competencias sociales compuestas a su vez por  competencias personales, características que debe poseer cada individuo y relación interna, y competencias sociales, aquellas que requiere el individuo para con los demás. Haciendo la comparación con las ideas de Gardner (1993) estas competencias se corresponderían con la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal respectivamente.
El estudio de la expresión de las emociones ha implicado indagar desde la perspectiva anatómica y fisiológica del cerebro humano, para la comprensión de hechos cotidianos. Parece necesario entender que, aunque resulte imposible palpar una emoción, estas son producto de procesos tangibles, observables y cuantificables. En los cuales intervienen sustancias químicas y conexiones eléctricas que hacen el pensar y el sentir dos características humanas estrechamente relacionadas e influyentes entre sí.

Además, los autores indican la posibilidad de educar las emociones cuyo propósito, lejos de evitar emociones negativas, es el de saber canalizar y controlar los estallidos emocionales lo cual repercute evidentemente en el desarrollo de habilidades cognitivas, el pensamiento racional y el desenvolvimiento social.
En lo que respecta al ámbito académico-educativo la inteligencia emocional se ha mostrado como un predictor del rendimiento académico para los alumnos. Esto es porque un elevado rendimiento académico se asocia con algunas de las características que presentan las personas con elevada IE, como la revelación emocional, la motivación, la asertividad, empatía, liderazgo y el control de impulsos. Para determinar el nivel de Inteligencia emocional es posible aplicar test y actividades en el aula.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Gardner, H. (1993). Múltiple Intelligences. The theory in practice. Nueva York: Basic Books.
Goleman, D. (1995) Inteligencia Emocional. Nueva York: Bantam Books. (Trad. Cast. Kairós, 1996).
Goleman, D. (1998). La práctica de la inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

  

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