La
definición de inteligencia se ha abordado desde hace millones de años, desde
que la especie humana se hizo consciente de su pensamiento. Sin embargo, en el
desarrollo de la sociedad, su concepto tomó un solo vértice del pensamiento,
otorgándole al coeficiente intelectual gran importancia de tal manera que la
consideración de inteligencias múltiples e inteligencia emocional pareciera una
revolución. Los análisis de Daniel Goleman, publicados a partir de 1995,
resaltan la importancia de las emociones en la conducta y las exponen como
ingrediente fundamental para lograr el desarrollo integral del individuo.
Con
fundamentos bioquímicos y precedentes literarios (como las ideas de Salovey y
Mayer), Goleman indica que la inteligencia emocional es la confluencia de
diversos factores relacionados con las emociones y el manejo de las mismas con
el objetivo de un desarrollo social que permita determinado éxito a nivel
personal, académico y laboral. La IE según el autor “es una forma de interactuar
con el mundo” y que además engloba conductas, habilidades y competencias
aplicables a cualquier campo, especialmente la educación.
La
inteligencia emocional se fundamenta en un proceso con cinco principios, (a)
conocer las propias emociones, para lo cual resulta necesario entender la
diferencia entre emoción y sentimiento además de conocer sus tipos y elementos
característicos; (b) manejar las emociones, que implica la regulación del
impacto de las emociones en la persona; (c) auto motivación, encaminar las
emociones de forma asertiva hacia la acción con propósito de crecimiento
personal; (d) reconocer las emociones de los demás, enmarcado en el concepto de
empatía y, (e) establecer relaciones, es decir, la competencia social para
interactuar de forma efectiva con el entorno.
Resulta
fundamental entender que las emociones pueden ser consideradas como la reacción
inmediata del ser vivo a una situación que le es favorable o desfavorable; es
inmediata en el sentido de que está condensada y, por así decirlo, resumida en
la tonalidad sentimental, placentera o dolorosa, la cual basta para poner en
alarma al ser vivo y disponerlo para afrontar la situación con los medios a su
alcance. Los sentimientos, en cambio, son la expresión mental de las emociones;
es decir, se habla de sentimientos cuando la emoción es codificada en el
cerebro y la persona es capaz de identificar la emoción específica que experimenta: alegría, pena, rabia, soledad, tristeza,
vergüenza, etc.
Por
tratarse de seres sociales, resulta imprescindible poseer aptitudes que
beneficien la propia supervivencia en determinado grupo al que se pertenezca.
Por lo cual, Goleman (1998) propone las competencias sociales compuestas a su
vez por competencias personales,
características que debe poseer cada individuo y relación interna, y
competencias sociales, aquellas que requiere el individuo para con los demás.
Haciendo la comparación con las ideas de Gardner (1993) estas competencias se
corresponderían con la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal
respectivamente.
El
estudio de la expresión de las emociones ha implicado indagar desde la
perspectiva anatómica y fisiológica del cerebro humano, para la comprensión de
hechos cotidianos. Parece necesario entender que, aunque resulte imposible palpar
una emoción, estas son producto de procesos tangibles, observables y cuantificables.
En los cuales intervienen sustancias químicas y conexiones eléctricas que hacen
el pensar y el sentir dos características humanas estrechamente relacionadas e
influyentes entre sí.
Además,
los autores indican la posibilidad de educar las emociones cuyo propósito,
lejos de evitar emociones negativas, es el de saber canalizar y controlar los
estallidos emocionales lo cual repercute evidentemente en el desarrollo de habilidades
cognitivas, el pensamiento racional y el desenvolvimiento social.
En
lo que respecta al ámbito
académico-educativo la inteligencia emocional se ha mostrado como
un predictor del rendimiento académico para los alumnos. Esto es porque un
elevado rendimiento académico se asocia con algunas de las características que
presentan las personas con elevada IE, como la revelación emocional, la
motivación, la asertividad, empatía, liderazgo y el control de impulsos. Para
determinar el nivel de Inteligencia emocional es posible aplicar test y
actividades en el aula.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Gardner, H. (1993). Múltiple
Intelligences. The theory in practice. Nueva York: Basic Books.
Goleman, D. (1995) Inteligencia
Emocional. Nueva York: Bantam Books. (Trad. Cast. Kairós, 1996).